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14 de diciembre de 2015

La sombra de la Ruta de la Seda

En La sombra de la ruta de la seda se describe un viaje a lo largo de la mayor ruta terrestre del mundo. Del corazón de China a las montañas del Asia Central, pasando por el norte de Afganistán, las llanuras de Irán y el Kurdistán turco, Colin Thubron viaja desde la Tumba del Emperador Amarillo (el legendario antepasado del pueblo chino) hasta el antiguo puerto mediterráneo de Antioquía ya sea en autocar, camión, coche, carro o camello. En total cubre más de once mil kilómetros en ocho meses en el que tal vez sea el más difícil y ambicioso viaje que jamás haya emprendido en cuarenta años.
La ruta de la seda es un enorme entramado de arterias que se separan y convergen a lo largo y ancho del continente asiático. Durante el itinerario se constata el tránsito no sólo de mercancías y ejércitos sino también de ideas, religiones e inventos. Pero al lado de este rico y sorprendente legado, La sombra de la ruta de la seda también trata del Asia actual: un continente en convulsión. Una de las características de la literatura de viajes de Colin Thubron es la belleza de su prosa; otra es su don para hablar y hacer hablar a la gente.
La sombra de la ruta de la seda discurre por países islámicos de muy distinta naturaleza y se ocupa también de los cambios acaecidos en China durante la Revolución Cultural. También versa sobre los falsos nacionalismos y las polémicas divisiones mundiales, en las que los verdaderos límites no son las fronteras políticas sino las tribales, étnicas, lingüísticas y religiosas. En definitiva, se trata de una magnífica visión del mundo antiguo expuesto a la agitación de los tiempos modernos.

"Viajo para descubrir al otro" entrevista al autor en El País
Entrevista en la Sociedad Geográfica Española
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3 comentarios:

cronicas del antropoceno dijo...

cronicas del antropoceno dijo...

Hola amigos: Después del descanso de estas Navidades quiero volver a la normalidad, por eso hoy me dispongo a hacer todas las tareas atrasadas de estos días, primero tengo que disculparme por no haber asistido a la reunión del Club el día en que presentasteis este libro para la lectura, lo cierto es que lo acababa de leer, estuve mirando el blog y fue el 11 de septiembre, osea que lo tenía muy reciente.
Bueno, cuando empece a leer el libro lo cierto es que pensé que sería un tostón lleno de datos y que no me iba a gustar, pero poco a poco te vas metiendo en el, lo cierto es que el narrador es muy bueno, aquí en el club hubo opiniones de todos los tipos, hubo gente que comprobó los datos en internet y dijo que lo que ponía el libro no era cierto. Hubo otros que me instruyeron sobre la neumonía atípica, durante toda la parte que viaja por China Colin Thubron lo persigue la neumonía atípica que yo relacionaba con el sida, pues resulta que no tiene nada que ver, pues la neumonia atípica es unicamente un tipo de neumonia que no está registrada por eso es atipica y los enfermos de sida que morian por culpa de esa enfermedad era por falta de defensas, bueno en fin en nuestro club hubo gente que le gustó y gente que no, a mi si me gustó aunque me parece más una novela de aventuras que un viaje, a mi no se me ocurre ir de vacaciones a Irán ni Afganistan ni a todos esos acabados en stan, me parece muy peligroso si pudiera escoger iria a Viena, Roma, Dublín y escribiría sobre los hoteles, a lo mejor no es tan atractivo pero si igual de bello y mucho más pacífico. Un saludo y Feliz Año Happy New Year

cronicas del antropoceno dijo...

Ahora lo recuerdo todo. El Hotel Existencia. No tenía más que diez años, pero aún recuerdo el momento exacto en que me vino la idea a la cabeza, el preciso instante en que se me ocurrió ese nombre. Era un domingo por la tarde, durante la guerra. Tenía la radio puesta, y estaba sentado en el salón de casa en Buffalo, con un ejemplar de la revista Life, mirando fotografías de las tropas estadounidenses en Francia. Nunca había estado en un hotel, pero como había visto muchos por fuera cuando mi madre me llevaba al centro sabía que eran sitios especiales, fortalezas que protegían de las miserias y las mezquindades de la vida cotidiana. Me encontraba los hombres de uniforme azul que estaban frente al Remington Arms. Adoraba el brillo de las molduras de las puertas giratorias del Excelsior. Me atraía la inmensa araña que colgaba del vestibulo del Ritz. La única función de un hotel era ofrecer comodidades y bienestar a la gente, que nada más firmar el registro y subir a la habitación podía tener todo lo que quisiera con sólo pedirlo. Un hotel representaba la promesa de un mundo mejor; más que un edificio, era una oportunidad, la ocasión de vivir dentro de los propios sueños.

Brooklyn Follies. (Paul Auster)